Nov 11, 2018 | 0 Comentarios

Los Pinos, el poder como inquilino; se acerca el fin de una era

Desde 1935, cuando se convirtió en la casa de 13 de los últimos 14 presidentes de México, ese predio del Bosque de Chapultepec, que antes fue el rancho La Hormiga y el Molino del Rey, fue sede también de historias, leyendas y sueños

La parte del Bosque de Chapultepec donde hace centurias funcionó un molino de harina de trigo con dividendos para el rey de España, conocido hoy como Los Pinos —antes fue el rancho La Hormiga—, y que por disposición de Andrés Manuel López Obrador, presidente electo, a partir del 1 de diciembre de 2018 cerrará sus puertas como residencia oficial del Ejecutivo federal, es un escenario de leyendas y un símbolo de poder.

La Hormiga, Molino del Rey, Molino Salvador, como quiera que se haya llamado, ese territorio tiene peso específico en la historia de México antes de que se convirtiera en residencia presidencial con el general Lázaro Cárdenas, en 1935.

Desde 1917, el predio es un inmueble del Ejecutivo federal y formó parte del inventario de  las Residencias Presidenciales. Antes de que el presidente Cárdenas y su familia vivieran ahí, cuatro generales de los gabinetes de Venustiano Carranza, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles habitaron en el lugar.

La leyenda que sobre ese predio existe se remonta a los tiempos de la Conquista: supuestamente ese terreno fue parte del marquesado que Hernán Cortés recibió de parte del rey Carlos I por sus servicios a la corona. También, que fue ahí donde el conquistador mandó a construir una casa para la Malintzin.

Lo que sí está documentado es que en los albores de la Independencia, los mexicanos se batieron ahí, primero contra los estadunidenses y años después con los franceses.

El predio pasó de propiedad privada a ser un bien del imperio de Maximiliano de Habsburgo, regresó a la IP y, desde 1917, por disposición de Venustiano Carranza, a terreno federal, aunque la deuda se saldó hasta 1924.

En ese terreno, donde vivieron 13 de los 14 presidentes de México de 1935 a 2018 (salvo Adolfo López Mateos), se libraron dos históricas batallas: el 8 de septiembre de 1847, en el contexto de la intervención de Estados Unidos a México, los estadunidenses fracasaron en la búsqueda de un arsenal en la llamada Casa Mata. Ese enfrentamiento bélico es conocido como la Batalla de Molino del Rey. La segunda ocurrió en 1862, en la segunda Intervención Francesa en México.

En 1853, José Pablo Martínez del Río Castiglione le compró al marqués de Guadalupe Gallardo, José María Rincón Gallardo, el terreno que entonces se conocía como Molino El Salvador y que muchos años después sería la casa presidencial. Fue Martínez del Río quien lo nombró como La Hormiga. El nombre se lo habría dado en función de que era la propiedad más pequeña que tenía.

Martínez del Río Castiglione, un panameño súbdito de la corona británica, estuvo en 1863 entre el grupo de personas que le ofrecieron al archiduque Maximiliano de Austria la corona de México en el castillo de Miramar. Interesó al monarca la belleza de su predio, aledaño al Castillo de Chapultepec, donde viviría el emperador.

Maximiliano nombró a Martínez del Río Castiglione su embajador ante el imperio otomano y éste comenzó los trámites para venderle el rancho La Hormiga al imperio.

La rendición del emperador Maximiliano ante el general Mariano Escobedo, en 1867, propició que el presidente Benito Juárez terminara con su gobierno itinerante y, de regreso a la Ciudad de México, expropió propiedades a Martínez del Río Castiglione y desconoció la venta de La Hormiga al imperio, que aún no había sido pagada. El rancho le fue restituido a su propietario original hasta 1872, cuando Sebastián Lerdo de Tejada fue presidente.

Los últimos 10 años de vida de Martínez del Río Castiglione los dedicó a su propiedad. Construyó lo que llamó la casa grande, una casa campestre tipo inglés, con techos de dos aguas, sobre la calzada de los Maderos, que cambió de nombra a Constituyentes y Parque Lira.

En 1898, 16 años después de la muerte de Martínez del Río, siendo el presidente Porfirio Díaz, una parte de los terrenos, que entonces eran conocidos como del Molino del Rey, fueron comprados por el gobierno federal. En 1902 se construyeron unos hornos para la fabricación de ladrillos, aunque los edificios del molino seguían como depósito de granos.

El pleito por el rancho La Hormiga fue entre los herederos de José Pablo Martínez del Río. Hasta que, en enero de 1917, la propiedad de la familia Martínez del Río fue incautada por órdenes de Venustiano Carranza, primer jefe del Ejército Constitucionalista. La idea era hacer más grandes las instalaciones de armas que tenía el gobierno mexicano.

A partir de entonces el rancho La Hormiga empezó a ser utilizado por el gobierno como casa para funcionarios, sobre todo militares. El pretexto fue la cercanía con la casa del presidente, el Castillo de Chapultepec, donde vivía Carranza.

El primer inquilino gubernamental del rancho fue el general Ignacio Ceferino Enríquez Siqueiros ­—que llegó a ser gobernador de Chihuahua— quien ocupó la propiedad incautada cuando fue jefe del departamento fabril de la industria militar.

Entre 1919 y 1921, la propiedad volvió a la familia Martínez del Río. El 12 de abril de 1921, Jaime Martínez del Río y Vinet, uno de los herederos de La Hormiga, se casó con María Dolores Asúnsolo y López Negrete, mejor conocida como Dolores del Río. Poco después la propiedad fue entregada a la Secretaría de Hacienda.

El siguiente funcionario público que habitó La Hormiga fue Plutarco Elías Calles, en 1921, como secretario de Gobernación de Álvaro Obregón.

El 7 de agosto de 1922 en La Hormiga se casó Hortensia Elías Calles, la quinta de 12 hijas de Plutarco y su esposa, Natalia Chacón Armillas, con Fernando Torreblanca, secretario particular de Obregón.

En la página 3 de la segunda sección del 8 de agosto de 1922 de Excélsior se publicó la información de la celebración. “Tanto la ceremonia civil como la religiosa se efectuaron la mañana de ayer, habiéndose tenido lugar la primera poco después de las diez horas y media en la hacienda La Hormiga, residencia del padre de la novia, que se halla ubicada en uno de los parajes del Bosque de Chapultepec…”

La casa fue desalojada por Plutarco Elías Calles y su familia en 1923, justo cuando el general sonorense fue postulado para ser presidente de México entre 1924 y 1928.

En mayo de 1924, poco antes de dejar la Presidencia, Obregón ordenó a Hacienda el pago de 701 mil 602 pesos por la enajenación del predio del rancho La Hormiga, sobre una superficie de tres mil 945 metros cuadrados, que fueron pagados el 5 de enero de 1925.

En 1924, en La Hormiga vivió el general Manuel Pérez Treviño, jefe de Estado Mayor Presidencial de Álvaro Obregón, quien habitó el rancho con su familia. Ahí fue bautizada la hija del general Pérez, Esther Pérez González.

Al año siguiente, la casa fue ocupada por otro militar, el general Joaquín Amaro Domínguez, quien a partir del 1 de diciembre de 1924 fue secretario de Guerra y Marina del presidente Calles. Amaro era el hombre fuerte de Calles, su candidato para suceder al general Lázaro Cárdenas en 1940, pero se retiró de la contienda ante la pérdida de fuerza del movimiento callista.

Al general Amaro se le atribuye la autoría del mayor número de modificaciones a la que para entonces ya estaba como parte de la responsabilidad de una dependencia denominada Intendencia de las Residencias Presidenciales.

En La Hormiga le nacieron tres hijos al general Amaro: Guillermo, 1925, Manuel, 1926, y Elisa, en 1927.

Amaro estuvo ahí hasta 1929. En esos cuatro años se construyeron caballerizas, alberca, cancha de tenis, frontones y stand de tiro. También salones de clase para alumnos de la escuela militar en edificaciones aledañas a lo que fue el molino de harina de trigo.

Fue el general Amaro quien ordenó que las instalaciones del Estado mayor Presidencial estuvieran en esos terrenos —como hasta ahora—, donde  hubo una fundición de cañones; mandó a construir la fábrica de cartuchos y un comedor  para los guardias presidenciales. También al general Amaro se debe el Campo Marte.

En 1932, el Molino del Rey pasó a ser alojamiento del 48o. Batallón de Infantería, unidad perteneciente a la Brigada de Guardias Presidenciales, convirtiéndose en cuartel el 1 de enero de 1935, cuando se trasladó el 47o. Batallón de Infantería para constituir la Guardia del presidente Lázaro Cárdenas. El 4 de abril de ese mismo año, el cuartel fue ocupado por el 19o. Batallón de Infantería y, a partir de 1936, el edificio se convirtió en parte de la Residencia Oficial de Los Pinos, para que en 1948 se instalaran ahí las oficinas de las intendencias de las residencias presidenciales, pasando a ser, oficialmente, la sede del Estado Mayor Presidencial.

RESIDENCIA OFICIAL

Este recuento revela que el presidente Lázaro Cárdenas del Río no fue el primer funcionario público que habitó el predio del Bosque de Chapultepec que se conoce como Los Pinos, a instancia del mismo general michoacano, que desalojó a la Asociación de Charros del sitio para convertirlo en casa presidencial, pues no quiso vivir ni en el Castillo de Chapultepec ni en una casa llamada la Casa del Lago en el mismo bosque. El 3 de enero de 1935, el Castillo de Chapultepec abrió sus puertas al público. El 3 de febrero de 1936 fue declarado Museo Nacional de Historia.

En marzo de 1935, la familia Cárdenas ocupó la nueva residencia, a la que el general llamó Los Pinos, en recuerdo de la huerta en Acámbaro, Michoacán, sitio donde conoció a doña Amalia Solórzano.

Después de Cárdenas, todos los presidentes han tenido una anécdota en Los Pinos.

Manuel Ávila Camacho se mudó a Los Pinos un año después de su toma de protesta, el 1 de diciembre de 1940. Hizo muchas modificaciones a la casa presidencial. Por aquel tiempo, las instalaciones anexas a la casa eran conocidas como el Club de Los Pinos. Ahí estaban la cancha de frontenis y una de bádminton; un camino resguardado por frondosos árboles llevaba a la alberca de medidas olímpicas, aunque había otra; muy cerca estaba la cancha de tenis. El campo de golf también era parte del Club de Los Pinos.

Miguel Alemán, presidente entre 1946 y 1952 modificó todo en Los Pinos. Mandó construir una casa de casi seis mil metros cuadrados. De hecho, Alemán y su esposa se apersonaron en la Residencia Oficial tan pronto como fue presidente electo para ver qué mejoras podían hacer a la casa.

La obra de la casa empezó en 1947 y fue concluida en el último año del sexenio de Alemán, en 1952.

Siendo el golf una de las grandes pasiones del presidente Miguel Alemán, al asumir el poder encargó especial cuidado y mantenimiento al campo donde practicaba su deporte favorito.

Adolfo Ruiz Cortines, presidente de México entre 1952 y 1958, llegó a vivir a Los Pinos con su familia un año después de haber iniciado su mandato. Una de las características de Ruiz Cortines era la austeridad. No le hizo ninguna modificación a la casa que mandó construir su antecesor.

UNO NO VIVIÓ AHÍ

Adolfo López Mateos gobernó México entre 1958 y 1964. Este presidente de plano no vivió en Los Pinos, lo hizo en su casa en San Jerónimo. La Residencia Oficial se ocupó para alojar a distinguidos visitantes extranjeros.

La austeridad con que se manejó Ruiz Cortines provocó que en el mandato de López Mateos surgieran varias averías en tuberías e instalaciones eléctricas y de gas.

Cuando Gustavo Díaz Ordaz gobernó el país, entre 1964 y 1970, al mandatario le gustaba estar en Los Pinos con su familia. Ellos llegaron al sitio en febrero de 1965.

Los desperfectos que se arreglaron en Los Pinos durante el sexenio de López Mateos fueron aprovechados por la familia Díaz Ordaz.

El presidente Díaz Ordaz rehabilitó el campo golf, que solía practicar los fines de semana, y que no era utilizado desde el sexenio de Alemán. También fueron modernizados el boliche, al que se le instaló un sistema electrónico, y la cancha de tenis, cuyo piso de cemento se sustituyó por una superficie de arcilla.

Luis Echeverría Álvarez, quien gobernó entre 1970 y 1976, impuso el estilo mexicano a Los Pinos. Los viejos sillones estilo europeo fueron retirados y en su lugar se colocaron equipales. Los nombres de los antiguos salones cambiaron por el de lugares mexicanos, como el salón Colima. El bacarat fue sustituido por la madera tallada y el hierro forjado de color negro. Había un salón llamado Taxco, adornado con muebles hechos por artesanos de esa región. A la colección de arte de Los Pinos se añadieron obras de Chávez Morado, Olga Acosta, Nierman y el Doctor Atl, y los pisos fueron cubiertos con tapetes de Temoaya. La mexicanización de Los Pinos fue a instancias de su esposa, doña Esther.

Uno de los cambios más importantes en cuanto al uso y funcionamiento de Los Pinos se dio en ese sexenio. Debido a ciertas obras de restauración iniciadas en Palacio Nacional, el presidente Echeverría comenzó a despachar los asuntos oficiales en Los Pinos. Se inició así el uso de la gran explanada del jardín y los salones Adolfo López Mateos y Venustiano Carranza para actos oficiales.

Durante el sexenio de José López Portillo, gobernante entre 1976 y 1982, en Los Pinos hubo mínimos cambios arquitectónicos. Respetó en gran medida la decoración hecha por su antecesor.

Al salón Venustiano Carranza se le adaptaron varios despachos y oficinas que permitieron al presidente acudir cada vez menos al Palacio Nacional, tradición que inició Luis Echeverría Álvarez.

La residencia Lázaro Cárdenas fue transformada una vez más y las oficinas desaparecieron para convertirse en la casa de doña Refugio, madre del presidente, que la ocupaba junto con sus hermanas Alicia y Margarita.

La administración de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) marcó a Los Pinos con las mayores transformaciones. Fue cuando definitivamente el Palacio Nacional se volvió una especie de museo y Los Pinos en el enclave de poder político. Por ello mismo las profundas transformaciones.

Por ejemplo, en la antigua casa del general Lázaro Cárdenas se establecieron las oficinas de la secretaría particular y del Estado Mayor Presidencial. Se acondicionaron dos salones: el Morelos, utilizado para recibir a los jefes de Estado extranjeros, y el presidente Juárez, en el cual se encontraba el célebre óleo de don Benito y donde despacharon los presidentes de 1982 a 2000.

En otros inmuebles de Los Pinos fueron acomodadas las oficinas del jefe del Estado Mayor Presidencial, la de la Dirección de Comunicación Social, la secretaría privada, el Destacamento, la Subjefatura Operativa del Estado Mayor Presidencial .

El aspecto externo de la residencia oficial también fue modificado. La fachada fue pintada de blanco, se colocó el enorme Escudo Nacional en bronce arriba de la puerta principal y se retiraron dos torreones que daban un aspecto militar a la construcción.

Las modificaciones durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) fueron pocas y se concentraron en la casa Cárdenas; ahí estaba el despacho presidencial. Se ordenó la construcción de un ventanal de piso a techo en el mismo despacho, para tratar de recuperar la vista al bosque y los jardines, como era en los primeros años del siglo XX, cuando no se perfilaba que la casa del rancho pudiera ser algún día la residencia oficial de los presidentes de México.

El presidente Ernesto Zedillo (1994-2000) no hizo ningún cambio significativo a Los Pinos. Si acaso, su esposa, Nilda Patricia, llevó parte del mobiliario que tenía en su casa.

El primer presidente no priista en llegar a Los Pinos fue Vicente Fox, en 2000. Al año siguiente, en la Residencia Oficial se casó con Marta Sahagún. Ésa fue la primera vez que un mandatario en funciones ocupó Los Pinos para su matrimonio, todos sus antecesores llegaron casados.

Además de eso, Fox mudó sus oficinas a la casa Miguel Alemán y se fue a vivir con su familia a unas cabañas.

Felipe Calderón, que gobernó entre 2006 y 2012, mandó construir en Los Pinos un salón especial para reuniones de alto nivel. Ahí opera un sistema de monitoreo de seguridad nacional. Desde ese mismo sitio opera un moderno sistema de seguridad para Los Pinos.

En los últimos seis años, en la administración de Enrique Peña Nieto, quien pasará a la historia como el último Presidente en haber usado Los Pinos como vivienda, se hicieron algunas remodelaciones, como la rehabilitación de la casa Miguel Alemán como vivienda.

LOS RECIENTES

En este sexenio se erigió, entre otros, el Edificio Bicentenario, cerca de la puerta uno sobre Parque Lira, donde opera la Oficina de la Presidencia, la Coordinación de Política y Gobierno y la Secretaría Particular.

También se construyó un estudio de televisión operado por Cepropie sobre la calzada Molino del Rey, a un costado de la puerta principal de Los Pinos, frente al Asta Bandera.

ROYECTAN UNA URBE CULTURAL

La Residencia Oficial de Los Pinos está a tres semanas de dejar de ser el hogar y/o centro de trabajo de 14 presidentes de la República.

Cuando Enrique Peña Nieto abandone Los Pinos, será en el último Presidente en haber vivido ahí.

Desde su precampaña, Andrés Manuel López Obrador aseguró que la residencia presidencial se convertiría en parte del Bosque de Chapultepec y sus diversos inmuebles dejarán de ser salones para actos protocolarios, reuniones de trabajo, recepciones de representantes de otros países, para ser un complejo cultural.

A partir de marzo de este año se abrió la convocatoria para que los ciudadanos plantearan cuáles serían los usos específicos de la Casa Miguel Alemán, de las cabañas construidas en el sexenio de Vicente Fox o de los espacios que aún ocupa y resguarda el Estado Mayor Presidencial.

A partir del 1 de diciembre, Los Pinos, residencia construida por Lázaro Cárdenas, pasará a formar parte de la Primera Sección del Bosque de Chapultepec junto con el Castillo de Chapultepec. Al menos ésa es la intención del próximo gobierno de la República.

Se trata de un espacio total de 60 hectáreas, con diversos espacios utilizados por la Presidencia de la República, por el Estado Mayor Presidencial y por el Cuerpo de Guardias Presidenciales que, de acuerdo con la convocatoria “Los Pinos para todos”, pueden ser convertidos en “un cine dedicado a los niños, espacio de la diversidad, una colección de patrimonio cultural vivo, una sala de conciertos, una biblioteca en un árbol”, entre otras opciones.

Para ello se invitó a la ciudadanía a externar sus propuestas sobre el uso que se debe dar al complejo de edificios comprendido entre las avenidas Constituyentes, Molino del Rey, Chivatito, avenida Colegio Militar y el andador Gandhi.

El planteamiento del gobierno de transición es que Los Pinos se convierta en el “complejo cultural más grande del mundo”.

SIN ACERCAMIENTOS

Hasta el momento no se ha dado a conocer el proyecto que integre la forma como será aprovechado cada uno de los espacios, de las oficinas, de la hondonada, de los jardines, avenidas, áreas deportivas o plazoletas con los que cuenta la actual residencia presidencial.

Tampoco se ha detallado el uso que se dará al cuartel de guardias presidenciales.

De acuerdo con el Fideicomiso Probosque de Chapultepec, encargado de recaudar los fondos para el mantenimiento del bosque, hasta el cierre de la presente edición no ha habido acercamiento del gobierno electo para determinar la forma en que será anexada la sede de Los Pinos al resto del parque urbano.

No hay acercamiento para ver si seremos parte del proyecto de alguna manera. El proyecto lo está trabajando el equipo de transición que estará a cargo de Conaculta”, señalaron fuentes del Fideicomiso que ha gestionado recursos con la iniciativa privada para recuperar espacios del Bosque de Chapultepec en coordinación con el Gobierno de la Ciudad de México.

Como parte de esos trabajos, el Fideicomiso inaugurará el próximo miércoles un museo de sitio en la Primera Sección del Bosque de Chapultepec.

“AHÍ ESPANTAN”.

El presidente electo ha dicho en diversos momentos a lo largo del año que no vivirá en la Residencia Oficial de Los Pinos porque “en esa casa espantan” y “se aparece el chupacabras”.

Anunció durante su campaña presidencial que por el momento continuará viviendo en su actual domicilio en la alcaldía de Tlalpan.

Sin embargo, una vez que concluya el periodo escolar  (en julio de 2019) y que su hijo Jesús Ernesto concluya la educación primaria, podría buscar un lugar más cercano al Centro Histórico para vivir y no ha descartado la idea de habitar en el Palacio Nacional.

Excelsior/Arturo Páramo

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